- ¿Has pensado que es imposible que la inteligencia artificial reemplace tu labor docente? Si confías en esto, tal vez no te has detenido a considerar que hay muchísimos aspectos de la docencia que serían mejor desarrollados por la IA.
Hace unos días fui a un local de restaurante de comida rápida y me maravillé del servicio automatizado y totalmente autónomo que tenían habilitado para hacer un pedido. Al observar eso, también noté que la dinámica del servicio humano cambiaba. Ya no se afanaban las muchachas en las cajas, recibiendo los pedidos, cobrando e indicando a otro qué es lo que tenía que preparar para los clientes. Ahora se preocupaban más bien de la satisfacción del cliente y de acompañarlo en cualquier inquietud que tuviera.
Eso podría leerse de muchas maneras, pero me voy a enfocar en la simplificación. Los procesos automatizados ayudan a simplificar (y por lo tanto, a facilitar) labores que requieren de repetición para cumplir con su cometido (en el caso de un restaurante de comida rápida: las ventas). Esto me llevó a pensar, de manera inevitable, en la oleada de reemplazos que se avecinan en distintos ámbitos gracias a otra automatización que se parece mucho a nuestro proceso mental acuñado con el nombre de pensamiento: me refiero a las inteligencias artificiales.
El principio del fin
Suena escalofriante. Por todas partes se escribe y se publica, cual obituario, la lista de las profesiones que la Inteligencia Artificial va a reemplazar en los próximos años. Entre esas aparece, por supuesto, la de los profesores. Hay mucha candidez en la creencia de que la docencia no pueda ser reemplazada por Inteligencia artificial. Esta postura parte de una idealización de lo que la docencia debería ser y no de lo que en la práctica es.
En el presente, la docencia sigue mostrando una tendencia a privilegiar la memorización como forma de aprendizaje predilecto. Además, existen elementos a los que se atiende por fuera del proceso de aprendizaje (como el control del comportamiento en el salón de clases). Estos cobran una relevancia significativa para los docentes en diversas latitudes del mundo.
Hay también un enfoque en resultados que constituye una de las grandes frustraciones de los docentes, y que impacta de manera significativa en su motivación. De ese modo, los bajos salarios, la desmotivación, el estrés, la desvalorización social de la docencia y el enfoque en resultados serían fácilmente superables por la Inteligencia Artificial.
Las ventajas de la Inteligencia Artificial
A una máquina impulsada por Inteligencia Artificial no le afecta el «bajo salario». Solo debe tener un buen mantenimiento que preserve sus funciones vitales operativas. Ello se conecta también con la motivación. No hay razón para que la Inteligencia Artificial sufra de desmotivación en su labor. Su objetivo es computar datos y cumplir con la instrucción que se le proporcionó. De ese modo, su efectividad para cumplir con resultados está garantizada.
La Inteligencia Artificial aplicada a un papel docente no sufriría estrés y tampoco arrastraría los estragos de una baja valoración social de su rol. De nuevo, los elementos emocionales no tienen ninguna influencia en la efectividad de su trabajo. Con esto, queda clara su capacidad superior para concentrarse en lo relevante del proceso educativo: cómo aprenden los estudiantes y la aplicación de estrategias diversas de transmisión de la información. De la mano con los últimos descubrimientos científicos sobre cómo aprende el cerebro, a la IA no hay que pagarle una capacitación que consuma su energía. Solo hay que actualizar su sistema operativo para que integre la información y la aplique.
Sin mencionar que para entregar reportes y todo el papeleo burocrático que atormenta a las docentes, también sería rápida y eficaz. Es así que, visto de este modo, muy global y enfocado en aspectos concretos de la práctica docente que causan malestar en la población de humanos docentes, la superioridad de la Inteligencia Artificial es casi incuestionable.
La posible superioridad de la docencia humana
Ante un panorama como este, ¿qué parte de la actividad humana podría ser valiosa en el proceso de educar? Por la manera automatizada en que se conduce el grueso de docentes de América Latina en la actualidad me atrevo a asegurar que ninguna. Con un enfoque emocional que solo se centra en lo desgastante, baja motivación y desinterés por mejorar, la docencia humana constituye hoy un estorbo en el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Incluso, más que un estorbo, un nocivo modelaje que resulta en crear sociedades pesimistas, apáticas y autodestructivas.
Entonces, ¿qué es posible hacer mejor que la Inteligencia Artificial cuando se trata de educar? Cuatro cosas señalo de manera puntual: ser empáticos, transmitir una visión racional de la vida a través de una curiosidad insaciable, el modelaje de la creatividad y la conexión con los estudiantes mediante nuestra experiencia de vida. Todos estos elementos se salen de la esfera de lo automático. Requieren, para su aplicación, de docentes conscientes, despiertos, conectados consigo mismos y con su humanidad. Todo esto requiere de humanizar la enseñanza.
A lo largo de diversas entradas en este blog, te he invitado a conectarte con tu humanidad como docente. Hacerlo es el único camino para seguir siendo relevantes en un ámbito social tan fundamental como el de la educación. Alejarse de la mecanización es otro punto clave. Repensar nuestras prácticas cotidianas, así como explorar de dónde vienen los hábitos que tenemos como docentes, es otro elemento a considerar. Al final, se trata de notar que la Inteligencia Artificial no puede superar las cosas que nos hacen humanos.
El desafío a los docentes
El hecho de que tu puesto esté asegurado hoy no significa que sea una excusa para dejar de aprender. A la figura docente en general le falta mucha humanidad en la manera en la que conduce su labor de enseñanza a otras personas. Si hay algo que puedo valorar con amplitud de la irrupción que está teniendo la Inteligencia Artificial en nuestro mundo, es justo que ha puesto sobre la mesa la necesidad de repensar lo que hacemos.
Los docentes irremplazables son aquellos que se cuestionan lo que hacen, los que buscan entender cómo funciona la mente humana y aplican todo lo aprendido a su práctica, de manera constante. Son también aquellos que conectan con su estudiantado, y quienes usan sus experiencias vitales para proveerles a sus alumnos algo más que información sobre sus disciplinas: transmiten valores, creencias, maneras de sentir y de estar en el mundo.
Finalmente, los docentes irremplazables son aquellos que integran a su labor todas las bondades que la Inteligencia Artificial ha traído consigo. Aquellos que simplifican la parte más repetitiva de la docencia y delegan a una máquina las tareas que esta puede hacer mejor. Pero también son aquellos que integran en sus prácticas todas las recomendaciones y conexiones que la IA nos provee para llevar adelante una labor tan compleja – y de tan variadas aristas – como lo es enseñar a otras.
¿Y tú, crees que hay otras cualidades que hacen que un docente sea irremplazable por la Inteligencia Artificial? Comenta tus impresiones sobre esta entrada.
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